Greetings from CancerLand: It's Not About the Jigsaw Puzzle

Autor: Alysa Cummings
Contribuidor de contenido: The Abramson Cancer Center of the University of Pennsylvania
Fecha de la última revisión: September 05, 2008

Es un rompecabezas - un rompecabezas de 750 pedazos – echado sobre una mesa en la esquina lejana de la sala de espera, al lado de la televisión. Los rumores dicen que una de las enfermeras compro el rompecabezas en una tienda de dólar en su vecindad y lo instalo para los pacientes al día siguiente.

Se ha convertido rápidamente en el centro de atención de la sala de espera de la Oncología de Radiación, compitiendo solamente de vez en cuando con las noticias más últimas de CNN y los huéspedes locos de Tyra Banks.

Cuando (y si) todos estos pedazos multicolores del rompecabezas se unan, dos ballenas practicarán una abertura, de lado a lado, a la salida del océano, silueteadas dramáticamente contra la bajada del sol. Por lo menos, eso es lo que promete la foto en la tapa de la caja del rompecabezas.

Después de un mes de trabajar diligentemente este rompecabezas cada mañana, junta con muchos otros sobrevivientes del cáncer en la sala de espera de la Oncología de Radiación, hay momentos en que verdaderamente tengo mis dudas. ¿Usted cree que todos los pedazos están realmente aquí? ¿Podrían algunos haberse perdidos? (Sé que no soy la única quién ha estado chequeando regularmente el piso debajo de la mesa para ver si hay pedazos del rompecabezas que pudieron haberse caído). Pero eso se habla quizás debido a la desesperación, porque la semana pasada ha habido un punto vacío muy evidente en la esquina superior de la mano izquierda del rompecabezas.

Sí, es solo un rompecabezas de la tienda de dólar (con demasiados diversos tonos de "azul de océano" en el, si usted me pregunta), pero está comenzando a sentirse como mucho más que eso. Día tras día, regresando a la sala de espera de la Oncología de Radiación para su encuentro cercano con el acelerador linear en el otro lado de la pared, los pacientes han comenzado ha esperar su turno cerca de esa mesa. De hecho, hacer el rompecabezas se está convirtiendo en un ritual de la sala de espera de la Oncología de Radiación. Y como muchos otros rituales, ofrece comentarios y comportamientos predecibles.

Esto es lo qué sucede cada mañana. Los fanáticos veteranos del rompecabezas de la ballena se sientan inmediatamente sobre una de las cuatro sillas en la mesa y comienzan donde el ultimo fanático del rompecabezas lo dejo. Los pedazos rectos que forman el cuadro fueron claramente el primer desafío; vinieron gradualmente juntos para formar todo el marco importante del rompecabezas. Alguna gente gozaba de clasificar los pedazos del rompecabezas en pilas por color mientras que otra se centraba en un área y la rellenaba, pedazo por pedazo.

Los novatos del rompecabezas, por otra parte, eran más que curiosos sobre qué estaba pasando en la esquina, pero aún comprensiblemente cautelosos mientras que se acercaban a la mesa por primera vez. Echaban un vistazo hacia abajo y sacudiann típicamente sus cabezas. Oh, No sé si tengo la paciencia para hacer un rompecabezas con tantos pedazos en él. Un momento pasa. El novato entonces toma tentativamente un pedazo, se acerca e intenta de caberlo en lugar. ¿Hay, esto va aquí? Sí, ciertamente va y la necesidad de encontrar otro pedazo del rompecabezas que quepa (y otro y otro) llega a ser compulsivo. Se sientan en una silla vacía y se ponen a trabajar. Y por eso, un veterano nuevo del rompecabezas nace y se une al equipo.

El tiempo pasa rápidamente en la sala de espera con los pacientes trabajando sobre el rompecabezas hasta que oyen su nombre llamar sobre el altavoz por la enfermera, seguido por su mensaje gentil: Usted se puede cambiar.

Clasificar los pedazos. Dándoles vuelta. Explorando las formas. Ensayo y error, entrando pedazos apropiados en su lugar y llenando los vacios. Y mientras se centran en el rompecabezas, los pacientes paran de ser extraños y comienzan a charlar libremente el uno con el otro sobre lo que está en sus mentes. Mientras que cada viaje en la Tierra del Cáncer es único, la necesidad de contar su historia es universal e igual de compulsivo como acabar el rompecabezas. ¿Y quién podría ser una audiencia mejor que alguien que está pasando con una experiencia muy similar en su tratamiento?

Con las cabezas bajas y juntas sobre el rompecabezas, con voces levemente sobre un susurro, la conversación en la Tierra del Cáncer fluye. Un día el tema puede ser los efectos secundarios de la radiación. Tengo tanto picor. Podría rascarme la piel hasta caerse. ¿Qué está utilizando usted para su piel? No puedo encontrar esa crema en ningún lugar. Quería caminar anoche pero estaba demasiado cansado. ¿Usted sabe lo que quiero decir? O comentarios sobre el personal con cual se encuentran día tras día en la Oncología de Radiación. ¿No es ella la cosa más dulce? ¿A usted le gusta el tecnólogo masculino? Hay, no me queda ninguna vanidad. Más él es tan profesional. ¡Mi doctor parece tan joven! Lo llamo Doogie Howser, pero no a su cara. Y a veces miran hacia el futuro y hablan sobre sus intenciones para sus vidas después de que se termine la radiación. Tengo cuatro tratamientos antes de acabar. Voy a la playa a celebrar. Tengo 83 años. Seré feliz con solo cinco más.

Es solo un rompecabezas en una mesa en la esquina de la sala de espera de la Oncología de Radiación. Pero es también un espacio algo sagrado donde los sobrevivientes del cáncer se conocen y saludan cada mañana como viejos amigos y comparten sus historias de lidiar con su tratamiento. Día tras día, pedazos extraños y pequeños del rompecabezas caen en su lugar, uno tras otro y un cuadro colorido emerge.

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