Greetings from CancerLand: Call Your Nurse

Autor: Alysa Cummings
Contribuidor de contenido: The Abramson Cancer Center of the University of Pennsylvania
Fecha de la última revisión: August 28, 2008

Llame… a…su… enfermera.

La voz mecánica que sale del infusor rápido me despierta de un sueño drogado con un susto.

¿Dónde estoy? Al principio, no estoy segura. El cuarto está completamente negro con la excepción de un rayito pequeño de luz que se escapa del pasillo. Mirando con fijeza alrededor del cuarto, mis ojos se ajustan lentamente a la oscuridad. Al principio, nada se ve ni un poquito familiar y momentáneamente me vuelvo ansiosa. Pero después de un minuto o dos tensos, comienzo a darme cuenta de lo que sucede.

(Hospital. Estoy en el hospital. Estoy bien. Cirugía esta mañana. Histerectomía debido a BRCA-2. Ahora me recuerdo. Estoy pos-operatoria. Bien. Bien. Todo está bien.)

Se siente tarde. Es quizás el medio de la noche. Pero no puedo estar segura puesto que no veo un reloj en la pared y mi sentido del tiempo está totalmente extraviado. Trago. Estoy tan seca, tan increíblemente sedienta, muy hambrienta y mi garganta se siente adolorida y hecha pedazos. Hay un control remoto a distancia con un botón cerca de mi mano derecha. Morfina para el dolor. Ahora recuerdo eso. Empujo el botón tres veces. No más pánico. No más dolor.

Entonces siento tentativamente bajo las cubiertas y pongo mis manos suavemente sobre la bomba del dolor de la cual el cirujano me hablo y muevo las manos de lado para encontrar una almohadilla pequeña descansando sobre un vendaje quirúrgico grueso que cubre mi abdomen de cadera a cadera. Mientras investigo, las medias de compresión envueltas alrededor de cada una de mis pantorrillas se llenan mecánicamente de aire y se desinflan, se llenan de aire y se desinflan, repetidamente y una y otra vez…

Entonces oigo la voz otra vez.

Llame… a…su… enfermera.

Esto es quizás algo nuevo, pienso dentro de mi misma, mirando al infusor rápido parqueado en el lado izquierdo de mi cama del hospital. En la oscuridad, puedo ver apenas los contornos de dos bolsas de medicina que cuelgan del poste y sigo las líneas de la intravenosa que cuelgan hacia mi brazo izquierdo. ¡No he pasado tanto tiempo de cerca y personal con un infusor rápido desde mis días de quimioterapia, y me pregunto quizás si estos adminículos ahora tienen tecnología tan alta que pueden actualmente hablar! La probabilidad es que una de las bolsas está vacía y necesita ser substituida. Esto todo tiene sentido perfecto y deseo ser una paciente buena.

Oigo la voz otra vez. Llame… a…su… enfermera.

¿Dónde está el botón para llamar a la enfermera? Debe estar cerca de la cama en alguna parte, pienso dentro de mí, así que déjame ver si puedo encontrarlo. Sosteniendo mi almohadilla sobre mi incisión con mi mano derecha, siento alrededor de los bordes de la cama en la oscuridad para buscar un control remoto unido a una cuerda gruesa. Siento una cuerda a mi lado derecho y muevo mi mano hacia esa dirección. ¡Ay! La incisión tira dolorosamente hacia el centro y al mismo tiempo la línea intravenosa me contiene del lado izquierdo. Las medias de compresión tiran el balance de mi cuerpo de las rodillas hacia abajo. Después de algunos minutos de esfuerzo torpe, estoy tirada mitad fuera de la cama incapaz de moverme en cualquier dirección. Pegada. Horriblemente pegada: como una tortuga acostada sobre su espalda.

Y ésa es la manera en la cual una enfermera me encuentra cuando el cambio de enfermeras ocurre poco tiempo después. Ella llama inmediatamente a otra enfermera, agarran las sabanas de los dos lados y con un-dos-tres tiran eficientemente de mí y me colocan de nuevo en el centro de la cama. ¿Dónde usted trataba de ir? ¿Que trataba de hacer? las enfermeras me preguntan.

El infusor rápido me seguía hablando. Me dijo que debía de llamar a mi enfermera así que yo... paro repentinamente de hablar cuando veo que una de las enfermeras se muerde su labio para tratar de no reírse en mi cara. Ella da la vuelta y sale rápidamente del cuarto.

No se sienta mal, la otra enfermera me dice para intentar de consolarme, es solo todas esas drogas en su sistema.

Mis registros indican que me dejaron salir del hospital tres días después de la operación con una prescripción para Percocet (tome una tableta por vía oral cada 4 horas si es necesario para el dolor). El cirujano amablemente me dio la prescripción durante la prueba pre-operatoria de modo que pudiera cruzar eso de mi lista antes de que entrara al hospital. Y eso es justo lo qué había hecho algunos días antes de la cirugía – corrí a la farmacia de la vecindad, llene la prescripción y puse la botella en el estante inferior de mi gabinete de medicina donde estaría fácil de alcanzar cuando fuera necesaria después de la cirugía. ¿Pero usted sabe que? Después de mi encuentro cercano con el infusor rápido que me hablo en el hospital, yo confieso que aprendí mi lección bien. Nunca rompí el sello de la botella de la prescripción.

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